Una noche, un viejo señor muy bueno, cuando estaba en la cama, oyó una voz que lloraba. Bajó a la calle y, guiado por la voz, se recorrió toda la ciudad y en un portal a un viejo que se lamentaba débilmente.
El señor, al verlo se lo llevó a su casa. El viejo tenía bronquitis por dormir en los parques y portales.
El señor tras haber dejado dormir al viejo en su casa, seguía escuchando voces. La voz se metió en sus sueños, y tras dormir en distintos continentes, seguía escuchando la voz, y no pudo dormir.
Aquel señor era muy bueno. Pero, de no dormir nunca, empezó a ponerse muy nervioso. Cada vez estaba más cansado. Por ello empezó a ponerse tapones antes de acostarse, un día se los quito y no escuchaba ninguna voz.
El pensó que podía ser que ser que nadie llorara o que se hubiera quedado sordo.
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