Hace muchos años a mí me gustaba hacer un cosa que normalmente lo hacen las mujeres, coser.
La gente me insultaba por algo que me gustaba y sabía hacer. La gente pensaba que por hacer algo así tenia que ser homosexual, pero una mujer me comprendió ya que a ella le pasaba lo mismo, ella era obrera a mi me parecía bien porque si le gustaba tenía todo el derecho del mundo para hacerlo.
Un día los dos decidimos ir por todos los pueblos de la comarca para reunir a todas las personas como nosotros. Cuando reunimos bastantes personas, hicimos una manifestación hasta que el presidente puso una nueva norma:
Todo aquel que discrimine a las personas
que tienen un trabajo que hacen normalmente personas de otro
sexo tendrá que pagar una multa de 1.500 euros.
Así nadie volvió a molestar a otros y si los molestan tendrán que pagar.
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